Mujeres chinas trabajando la seda. Fotografía extraída de Wikimedia Commons.
Baja el precio de la gasolina y algunos países productores del oro negro se ven apurados para pagar su deuda (por nombrar uno al vuelo: Venezuela).
El consumidor destina sus ahorros a comprar aparatos relacionados con las telecomunicaciones y la informática, precisamente aquellos que se fabrican en países que usan mano de obra barata explotando a los trabajadores hasta el límite (Tailandia con los discos duro WD Elements, China con tantas cosas como las fábricas de Apple, donde algunos empleados han llegado al suicidio).
Estos ejemplos de producción son una parte positiva que guarda una negativa de fondo, como una bonita alfombra que acumula mugre e insectos muertos bajo sus telas.
Un dato sobre la salud: jamás se vacunaron tantos niños en el planeta como este último año. Nunca tuvieron acceso a las escuelas tantos. Las mujeres en países musulmanes están comenzando a luchar por sus derechos, uno esencial es ese: la educación; tal vez su máxima representante es la premio Nobel pakistaní Malala Yousafzai (las fuerzas de la naturaleza humana, todas en ella, se rebelan ante el despotismo y la crueldad de algunos).
En mi país, por desgracia, acusados por una fuerte crisis económica, muchos son los que prefieren pasar el rato viendo el peor tipo de televisión (el de chismorreo y correveidiles), ver vídeos de YouTube donde unos juegan a videojuegos mientras disparatan con cualquier estupidez infantil (un tal lechuga..., perdón: veggeta777, y un tal elrubius) o se pasan el día machacando el teclado de su ordenador jugando a un juego de estrategia llamado World of Warcraft. Todo esto mientras sus futuros se consumen con la única expectativa de trabajar en una miserable empresa de trabajo temporal que nunca les permitirá conseguir estabilidad en sus vidas. Sobre España, solamente me queda gritar:
¡No a la empresa de trabajo temporal!
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